Si fuera ocañero:
No se llamaría Nicolás, sino Moncho.
El apellido no sería Maduro, sino Plátano.
Sabría bailar y no brincaría como un chulo.
No les diría chamos a los niños, sino pegotes.
Oiría vallenatos y no le pararía bolas al joropo.
No odiaría a Álvaro Uribe y menos al loco Uribe.
No habría manejado un bus, sino una motocicleta.
Hubiera ido al Agua de la Virgen y a los Estoraques.
Sabría que pecas no sólo son manchas sino un alcalde.
Supondría que la Leonelda inspiró a María Corina Machado.
Sabría que su esposa Cilia tiene una tocaya aquí: Cilia Jácome.
Recitaría versos de Caro, Courvel, Milanés, Tablanca o Pacheco.
No lo curaría José Gregorio Hernández sino Alejandro Prince.
Habría tomado bolegancho y comido chicharrón con guineo.
No creería en la Virgen de Coromoto sino en la Torcoroma.
No cambiaría las rojas cocotas por las negras caraotas.
Diferenciaría entre unos penes y los panes ocañeros.
Se hubiera tomado unos tragos donde Ana Ascanio.
No sería tan déspota sino bastante hospitalario.
Se engrifaría oyendo Ocañerita o La mugre.
No sería tan sangripesao ni cabeciduro.
Habría sido bachiller del colegio Caro.
No le diría hallaca al pastel o tamal.
No comería cachapa sino arepa.
¡Y viviría en El Llano EChávez!
Jorge Carrascal Pérez