Cuando hago memoria de mi primera visita a la República de Venezuela en el año de 1993, de inmediato me traslado a un país grande y próspero, era un niño muy pequeño que se maravillaba de las grandes vías que no tenía ni tiene Norte de Santander, me sorprendía el progreso y la abundancia en todos los aspectos; mis amiguitos venezolanos de juego eran felices y yo saltaba de la alegría con los bolívares que me regalaban, los guardaba y al regresar a Colombia los cambiaba por pesos, me daban mucha plata con lo que compraba dulces y chocolates por varios días, sentía que vivía en un maravilloso lugar; me la pasaba entre Cúcuta y los fines de semana o cada mes en Venezuela en donde mi madre trabajaba hacía varios años.
Encontramos en Venezuela una salida económica para nuestras necesidades, salimos de Ocaña buscando un mejor futuro en la ciudad de Cúcuta y lo conseguimos gracias a Venezuela; la mayor parte de mi familia se radicó en el vecino país, allá mis tías hicieron “vida” y nacieron mis primos, los venezolanos de la familia.
Recuerdo que mi primer beso fue con una “catira” de pelo ondulado, 100% venezolana hija de un miembro de la Guardia Nacional a quien veía con ojos de admiración; inolvidables mis vacaciones con los chamos de la cuadra imitando una banda de guerra con potes de leche en polvo y tarros de pintura, la gente nos miraba con risa y nos daban bolívares, gratos recuerdos de infancia.
No preciso el año, sólo el recuerdo, una multitud frente a la casa de mi tía, una tarima enorme y un señor gritando por el micrófono que ya venía el terremoto, no sabía que sucedía, volvía y gritaban que venía el terremoto de la política venezolana y la gente más se conglomeraba, salí corriendo detrás de mis tíos y mis primos, me metí entre la gente que gritaba ¡Viva el Gocho! Logré ver a un señor de risa amable a quien todos abrazaban, supe que era el terremoto; como pude me acerqué y logré saludarlo, me dio la mano y me saludó muy cariñosamente, en ese momento no supe quién era pero me fui feliz porque saludé al Gocho, al Terremoto; cuando llegué a casa supe que había saludado al ex presidente Carlos Andrés Pérez de quien se decía era de origen colombiano, otros más arriesgados sustentaban que era del municipio de Convención, Norte de Santander o al menos lo era su familia.
Puedo decir con firmeza que gracias al trabajo de mi madre en Venezuela pude vivir muy bien en Colombia, estudié, me formé, me vestí y alimenté gracias al vecino país; las mejores navidades y año nuevos de mi infancia tienen sabor a pasteles venecos, música de Pastor López y pólvora por todos lados, por todo eso puedo manifestar mi amor por ese gran país.
En el año 1998 aparece en el escenario político un hombre de quien sabía que había salido de la cárcel indultado por el presidente Rafael Caldera, Hugo Chávez era su nombre, de apariencia tranquila, pensamiento claros y deseoso de un mayor progreso para el país con oportunidades para todos, sentía lástima por él, estar en prisión por querer cambiar el gobierno a favor del pueblo era de admirar.
Tía vote por él, le decía insistentemente a mi tía Marina, había furor por Hugo en ese entonces, hasta que fue proclamado presidente de la República de Venezuela a quien por caprichos luego le cambiaría el nombre a República Bolivariana de Venezuela, que emoción verlo con la banda presidencial a quien luego por caprichos se la colocó colgando del hombro izquierdo; por donde pasaba canales de televisión veía en grande el escudo del país, a quien luego por caprichos Hugo lo cambiaría la mirada del caballo de Bolívar. Regreso de vacaciones a Colombia contento porque en Venezuela había ganado Huguito y era presidente, como siempre y en compañía de mi mamá descambié mis bolívares a quien después Hugo por necesidad y desespero le cambio el nombre a Bolívares fuertes, en conclusión ese Hugo Chávez cambió a la Venezuela que yo conocí de niño, poco a poco la fue transformando y vi pasar por mis ojos protestas, muertes, golpe de estado, se pasó de la política democrática a la política vulgar, burda, gafa, radical… o estás conmigo o estás contra mí.
Desde entonces no volví a ver otro presidente, sino es por la muerte estuviera el mismo, y es por culpa de la muerte que tenemos a uno peor y peligroso, porque la ignorancia mal manejada cierra fronteras y enfrenta países hermanos.
Me siento con la autoridad moral, que me da el amor que le tengo a Venezuela, para escribir que este hermoso país está siendo destruido, acabado y llevado a una guerra civil, ahora el pobre es más pobre y el rico es rico pero en otro país. Mi familia que vive en Venezuela no aguanta más colas para mercar, no aguanta más cortes de luz, no aguanta más sesgo político, no aguanta más injusticia, no aguanta más control y violación a la privacidad, tanta delincuencia, tanta inflación y tan poco sueldo.
Aburridos estamos todos de ver cadenas televisivas lavando cerebros con una falsa revolución que ha acabado el país, tienen en un letargo al pueblo, quienes han despertado en su mayoría pero los rojos rojitos tienen secuestrada la libertad de los poderes en el país.
Tengo más de 23 años de conocer a Venezuela, la he recorrido, la he vivido, la he amado y la he llorado, no soy venezolano de nacimiento, pero si tengo en ese hermoso país mis más entrañables momentos que jamás olvidaré, Venezuela me ha dado mucho y por eso me duele verla destrozada.
Puedo concluir que en contra de lo que algunos piensan, que en Venezuela el socialismo ha llevado al país a un paraíso maravilloso y se ha recuperado la igualdad, les digo con franqueza que es una real mentira, el país está destrozado y el pueblo está peor que nunca en toda su historia, claro está, menos las familias Cabello, Chávez, Maduro entre otros que se están dando la gran vida en el interior y exterior del país.
Luis Máver Navarro