Desde que inicié en la Universidad tengo una cuenta de ahorros en Davivienda. En términos generales he estado contento, porque ésta me ha servido a su vez como instrumento para efectuar pagos y tener cierta sensación de seguridad.
En días pasados recibí de manera insistente una comunicación que venía desde una página oficial de la Entidad Bancaria, en la que se me alertaba de la necesidad de diligenciar a través de un link información personal a manera de actualización.
Lo interesante del caso es que el enlace remitía a una página con todo el rigor y formalidades de Davivienda, y además se advertía categóricamente que de no cumplir con todos los datos, la cuenta bancaria sería cerrada inmediatamente, teniendo que ir a la oficina donde ésta fue abierta para resolver el impase.
No había razones para dudar de la veracidad del correo, la página a la que remitía tenía todos los logos, colores y marcas distintivas del Banco, así mismo su dirección web respondía a la de www.davivienda.com. Sin embargo, por designio divino o por malicia indígena, decidí llamar a la línea telefónica de atención al cliente para preguntar y cerciorarme de las instrucciones ahí dadas. Cual sería mi sorpresa cuando confirmé mi presentimiento: el correo era falso y la página creada hacía parte de una orquestada pantomima para estafar incautos. En otras palabras se trataba, a decir de los abanderados del progreso, de Phishing puro y duro.
He intentado por todos los medios encontrar una definición etimológica de la palabra Phishing, y definitivamente no existe. Este anglicismo se ha acuñado porque suena parecido a la palabra Fishing, que es la conjugación del verbo To Fish, lo que en claro romance se traduce como pescar.
Pues bien, el Phishing supone la acción de algún o algunos conocedores de la informática que a través del envío de correos electrónicos masivos pretenden obtener, (pescar), información privada y secreta, como las claves de acceso, de los usuarios del sistema financiero con el propósito de realizar fraudes y robos electrónicos.
Por vía de los “virtuosos” del Phishing se realizan a diario traslados de fondos de una cuenta a otra, compras por internet y hasta retiros de efectivo en cajeros automáticos, todo por cuenta y riesgo de las víctimas.
Nos sorprendería la cantidad de fraudes electrónicos que se realizan en Colombia, hasta el punto que no solamente este comportamiento se estableció como delito en el Código Penal, si no que los bancos y corporaciones de ahorro han creado unidades especiales anti-phishing, dirigidas a prevenir e investigar estos actos criminales.
Lo ideal en este mundo de la globalización electrónica, es ahorrar tiempo y dinero realizando todos los trámites y pagos desde la comodidad de la casa por medio del computador, sin correr el riesgo de ser estafado.
Quizá mucha gente sigue siendo escéptica de los beneficios de la tecnología al pensar en los peligros que podrían correrse. Sin embargo, sigo creyendo que se corren más riesgos en la calle, al salir de un Banco o retirar de un cajero. De cualquier manera hay que tomar las precauciones debidas, toda vez que por no ser cuidadosos en extremo podríamos estar dando la oportunidad para caer en las garras de los pescadores informáticos, recuerde que ¡el Phishing hace al ladrón!