EN TU CUMPLEAÑOS

Cuando el maltrato lastime tu cara, siempre habrá algo para recordarte.

(Este escrito quiero, en justicia, dedicarlo a la valiente Julieta Quintero Ujueta por ser una de las dolientes que, sobre el exhausto lecho, inconsolable llora la trágica y absurda muerte del tan amado río Algodonal)

Si supiera la fecha exacta en que nació el río Algodonal, (unos dicen que, y copian al poeta Jorge Pacheco Quintero, cuando el sol era un niño sin calzones y niña sin bautismo la azucena) le haría una merecida fiesta con todos los juguetes. Compraría un gigantesco ponqué blanco y azul sus colores favoritos y con los que antes se vestía los domingos y días festivos que era cuando más visitas recibía de niños, jóvenes y adultos que disfrutaban de su hospitalidad y majestuosidad. Prepararía pasabocas hechos de cascadas, olas, espumas, recovecos y cardúmenes de nerviosos pececillos. Como invitados especiales vendrían la reforestación, el cuidado, la educación y el compromiso. En la mesa principal estarían presentes musgos, páramos, manantiales, arroyos y humedales. Luego haría un conjuro público para que los espíritus del agua lo protegieran de talas, quemas, tóxicos, venenos, depredadores, malos vecinos y también de tanto gobernante indiferente. Las orillas adornaría con serpentinas de sol, alas de mariposas y ramilletes de tominejos de aleteantes colores. Pondría faroles, globos, guirnaldas y festones variopintos al lado de las piedras. Perfumaría el cauce con aromas de vida, baile y alegría. Tilingada del guayabo colocaría la columpiante piñata llena de lluvias, páramos, frailejones, nubes y nacimientos de agua. Para amenizar la fiesta ¡y cómo no! contrataría a la orquesta “Machuqué” del Ruiseñor Pava, al dueto “Uno más Uno Son Dos” integrado por la Cigarra Quin y el Canario Páez, al trío “Cotorros De La Rosa” con los conocidos Toly Grillo, Chema Torcaz y Fernando Garza, a la talentosa Yolandita Perdiz, y al maestro Flamingo Molino.

A la orquesta le pediría interpretar “Cielo Azul” del inspirado Guillermo Lemus Sepúlveda, al dueto solicitaría “Carnaval” de Hernán Páez, “Granito de arena” de Graciela Arango de Tobón a la Perdiz, y al maestro Flamingo “La cajita de cartón” de su autoría. “Ocañerita” la cantaríamos en coro, con la mano derecha puesta en el corazón, y la izquierda en los ojos conteniendo el traicionero aluvión de lágrimas.

Al final de la fiesta regalaré materas con barbatuscos, cocotos, pomarrosos y arrayanes cuidadosamente escogidos para ser sembrados a la vera del río, y de este modo regular la evaporación causada por el sol, servir de nichos a distintas aves y reducir la contaminación filtrando las impurezas arrastradas por el viento. Unas ilustradas cartillas que enseñen cómo ayudar al medio ambiente no estaría por demás entre los obsequios. También se le regalaría a cada invitado un video en el que puedan apreciar un vigoroso y cristalino Algodonal y a una alegre familia disfrutando el baño equipada con un viejo neumático de carro a manera de confiable salvavidas, tres escogidas piedras y encima un perol de peltre hirviendo con la ayuda de varias ramas secas encendidas. Colgada en la ruinosa cerca de cañabravas se verá una bien estampada y larga toalla para el secado de todos. No se observarán mujeres con enormes y ridículas gafas oscuras, el pelo recogido y la mayor parte del cuerpo desnudo, untándose cremas anti solares, anti arrugas y anti castidad, y tiradas en el suelo bronceándose la piel. Tampoco se apreciará por ningún lado botellas, servilletas, vasos, platos y cubiertos desechables regados aquí y allá. Descubrirán  que buena parte del video lo ocupa la filmación de unos niños entre 6 y 9 años lanzándose al río desde una sobresaliente roca sin que alguien los supervise y advierta del peligro que corren. A pesar de todo, el video termina sin la presentida, deplorable y dolorosa imagen de un fracturado, herido y menos de un ahogado. Tal vez sí la de un niño lloroso y regañado de los papás o de la comehostias y sopona tía por no haberse persignado al principio de la diversión acuático-acróbata-suicida. ¡Cómo hubiera gozado el ICBF!

Muchas cosas hoy día han cambiado en torno al río Algodonal y por desventura, ninguna favorable. Sobre sus bondadosas aguas pareciera cernirse una maldición peor que la que entraña el hallazgo de la tumba de Tutankamón. Todo aquel que ayudó, no vivió para contarlo. Igual pasará con los depredadores del río. Ellos y su descendencia morirán de sed en una escena peor que la del aterrador holocausto judío.

Ni los vecinos, ni los ocasionales visitantes, ni aquellos que se benefician de su generosidad, y mucho menos las autoridades de todo orden, muestran amor por él. Por el contrario, lo desprecian y agreden, lo arrinconan y desatienden, hasta podría creerse que lo repudian y desdeñan. Y lo que es más infame todavía, sin que ningún ser pensante y cuerdo haga algo por evitar la catástrofe que se avecina a paso de bestia herida o de vaticinado apocalipsis. Luego vendrán los remordimientos y la pesadumbre, el llanto y el rechinar de dientes, los golpes de pecho y los tardíos mea culpa. Inútil será entonces.

No por cerrar los ojos se hace llano y despejado el camino, digo conmovido, decepcionado y berraco yo.

Jorge Carrascal Pérez

Ibagué Abril 23 de 2015

Yebrail Haddad Linero

Yebrail Haddad Linero

Nativo de Ocaña. Es Abogado y Magister en Derecho de la Universidad Externado de Colombia. Se ha desempeñado como profesor universitario, asesor del Consejo Nacional Electoral, Director de Procesos Judiciales y Administrativos de la Gobernación de Cundinamarca, Personero y Alcalde de Ocaña, Director del Sistema Nacional de Bienestar Familiar y Asesor de Gobernabilidad para la Paz del Programa de Naciones Unidas.

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