La economía colombiana en el transcurrir del tiempo ha experimentado una serie de transformaciones estructurales, las cuales se han convertido al menos para la academia en referente de profundo análisis y estudio, donde el estado y las instituciones asumen un papel protagónico actuando al unísono de esas evoluciones. Ahora bien, en la praxis normalmente estos fenómenos no son considerados como trascendentales, debido a que la adopción de dichos modelos por parte de los gobernantes o aquellos que han sido impuestos por las instituciones mundiales -determinantes en este nuevo orden global- no presentan mejorías significativas en las condiciones de los ciudadanos y no han impactado positivamente en indicadores alternativos para la medición del desarrollo humano. La realidad es otra y mientras en la literatura económica aparecen modelos modernos de desarrollo, estos pasan desapercibido, generalizándose entre los ciudadanos el consenso de que estamos igual o incluso retrocedemos en nuestros niveles mínimos de bienestar.
Dentro de esta perspectiva, surge el siguiente interrogante: ¿Es trascendental para el ciudadano de a pie entender y cuestionar el cambio de postura en política económica?.
Debe aclararse que normalmente los asuntos se convierten en públicos cuando impactan directamente la normalidad de las realidades locales, sino me impacta o me afecta no es importante y por lo tanto debe pasar a un segundo plano.
Antes de profundizar en ese interrogante, es importante retornar a la literatura económica y revisar como los países de américa latina se han enfrentado a dos grandes paradigmas en política económica: el paradigma de la CEPAL y el del Consenso de Washington.
El primero, destaca con fuerza el concepto de centro-periferia, la orientación del desarrollo hacia adentro, el papel de la tecnología, la industrialización sustitutiva y el rol activo del estado.
Así las cosas, se observó cómo el estado asumía un papel protagónico, a través de una ampliación y fortalecimiento del aparato estatal, adquiriendo características omnipresentes.
El segundo paradigma es el relacionado con el Consenso de Washington, caracterizado por la definición de las reglas del juego por parte del mercado, la apertura al comercio internacional, la inversión privada extranjera y una política contundente de privatizaciones.
Del mismo modo, vuelve y juega el rol del estado como garante de esos nuevos ajustes en política económica, observándose para estas últimas décadas un estado minimizado que impactaría al ciudadano con el cambio institucional y la de mayor repercusión la privatización de empresas estatales.
La generación “Y”[1], se encuentra con un sector privado fuerte y próspero y un sector público estigmatizado y totalmente débil, donde los que hacen parte de él están contaminados por una terrible enfermedad.
Este último cambio en el modelo económico genera nuevos paradigmas, paradigmas errados desde mi percepción, ni lo privado debe ser considerado como fuerte y próspero y ni lo público como la terrible enfermedad. Y eso lo entendí cuando tomé la decisión de vincularme al sector público, y aclaro, si es como lo pintan, pero debe entenderse que este como ningún otro se convierte en el impulsor del desarrollo mirado desde lo local y por lo tanto debe enaltecerse y reivindicarse si se quieren asumir cambios estructurales, donde el fin ultimo sea el bienestar del ser humano. Este nunca será el objetivo del privado, el fin último de este es acumular riqueza, maximizar rentabilidad y que sea redistribuida a sus socios.
En la actualidad aparece un nuevo modelo conocido como “la Tercera Vía”, que parece ser el indicado en este escenario, tal y como afirma Giddens[2] la restauración de lo público exige una combinación de políticas asociadas históricamente con la izquierda y la derecha, entre ellas un Estado garantista más que proveedor, un mercado autónomo pero amoldado a los objetivos públicos y una sociedad civil independiente y pujante, resumido en “el mercado hasta donde sea posible y el estado donde sea necesario”
[1] La Generación “Y” o los ‘Millennials’ (los milenarios) nacidos entre 1980 y 2000, son conocidos también como los nativos digitales.
[2] Sociólogo inglés, de gran reconocimiento debido a su intento de renovación de la socialdemocracia a través de su teoría de la “Tercera Vía”.
Juan Pablo Trigos Giraldo