Mientras escribo estas líneas me encuentro en una lucha intestina por eliminar cerca de 200 “etiquetas” que por obra y gracia de un malware aparecieron en el muro de mi Facebook. Si no se tratara porque lo que se publicó en mi cuenta es un falso video porno, no hubiera dedicado más de medio día y buena parte de la madrugada en este ejercicio.
La situación era tan vergonzante y escandalosa que mi abuela pudo haberse levantado de su tumba para jalarme “las patas” y mandarme directo a confesar con el Padre “Callo”, a tal punto que tuve que redactar una nota pidiendo excusas por el incidente y no faltó quien me escribiera “ah yo si decía: que raro que te habías vuelto pornográfico”.
Sin embargo de este trago amargo en las redes sociales quedó todo un aprendizaje positivo, varias personas se movilizaron amablemente para intentar ayudarme y enseñarme la manera de bloquear el virus y otras me compartieron rápidamente las experiencias que en torno a este bochornoso episodio estaban teniendo. Una lectora se tomó su tiempo para contar en mi página que a su hija la habían acusado de promotora de la pornografía y que fue tal la injusticia que incluso no quería asistir a clases para evitar los agresivos e injustos señalamientos de su compañeros de salón. Por su parte, otra seguidora de cuentoconvoz.com creó un grupo de chat para discutir el tema y alertar a los demás cuentahabientes de Facebook.
Confieso que no entiendo las razones por las cuales alguien se dedica a hacer el mal en internet y destruir la operación de esta genial invención humana como es la informática, supongo que Maquiavelo y Aristóteles tenían razón y hay gente mala por naturaleza que goza con el infortunio ajeno. No en vano existen ya expertos dedicados a contrarrestar el hackeo y la manipulación por internet.
Nunca me había puesto a pensar en lo importante e interesante que resulta estar preparado para enfrentar los ataques informáticos, y eso que fui juicioso al hacer el curso de computadores en sistema operativo DOS con Héctor Vega Peñaranda que se dictaba en Ocaña hace más de dos décadas y me paraba en el umbral de la puerta de la oficina de sistemas para ver al profesor Chávez imprimir los boletines de calificaciones de los estudiantes en el único computador del Colegio. Pues bien, ahora más que nunca necesito aprender a responder ante estas circunstancias y creo que las nuevas generaciones que ya vienen con el chip del ciberespacio nos llevan ventaja, por lo que tenemos mucho por asimilarles.
No ha sido fácil entender los retos que demanda la ciber-maldad, en apenas dos meses de estar activo en las redes sociales he tenido que lidiar con el Troll Center, que es un grupo de perfiles falsos del Twitter y del Facebook manejados por un grupo reducido de personas, o incluso la misma persona, que comunicados entre sí se dedican a torpedear y criticar destructivamente cada una de las opiniones y publicaciones realizadas en estos medios; de la misma manera me he topado con clones exactos de mis cuentas, muy difíciles de detectar a simple vista pues utilizan la foto del auténtico perfil y los mismos colores y diseños, incluso se aprovechan de parte de las opiniones emitidas anteriormente para volverlas disparates y transformarlas en opiniones insulsas y mediocres. Y ahora esto, el video porno viral formado a base de troyanos.
La ciber-maldad parece que no tuviera quien la controle, ni quien sea capaz de contrarrestarla, a pesar de la existencia de un amplio catálogo de hechos punibles que los tipifican y castigan, por lo que plantea un reto serio para las autoridades y para quienes como nosotros creemos que la tecnología es un poderoso instrumento que contribuye a la democratización de la educación y al fomento de la cultura.
Por, Yebrail Haddad