Muchos se preguntarán por qué el Papa Francisco escogió a Ecuador como primer país de América para su visita oficial, se pueden tejer muchas hipótesis, todas de ellas válidas, sin embargo, en el discurso que ofreció el Presidente Correa en el aeropuerto de Quito, creo, se dio la respuesta del por qué el máximo jerarca de la Iglesia escogió a este país para abrir su recorrido por las venas de América Latina, el presidente le dijo al Papa que de seguro el paraíso se encontraba en Ecuador. No es arrogancia, no es prepotencia, es una certeza, el Papa acababa de llegar a la mitad del mundo, a esta mitad donde la belleza de sus paisajes nos hablan constantemente de Dios, y eso en definitiva también puede ser el Paraíso que muchos buscan y añoran, otros por el contrario buscamos con angustia morar en el centro y mitad donde nunca más volveremos a mendigar el amor.
Estar viviendo en el país donde se disfruta de la mitad del mundo, creo que es una muy buena oportunidad para poder contemplar lo más propio de santa Teresa de Jesús, la fundadora de los Carmelitas Descalzos, ella insistirá en tener una vida centrada en Cristo Jesús, modelo de centralidad; y hay que tener en cuenta que nada descentró a Jesús de su proyecto de obediencia al Padre, ni la inmadurez de los apóstoles, ni las astucias de Herodes, ni la oposición de los fariseos y escribas que lo ponían a prueba a cada momento, ni el abandono de los discípulos ante la inminencia de la pasión, ni el dolor absoluto de la Cruz. Desde la centralidad en Dios, Jesús siempre hizo lo que le agradaba al Padre, haciendo el bien, curando y anunciando el Reino con obras y palabras. Cómo debemos aprender de Jesús a no descentrarnos ante los obstáculos que la vida nos presenta.
Pues bien, si Copérnico había explorado el universo por medio de sus cálculos astronómicos y había llegado a la conclusión de que el sol era el centro de nuestro mundo. Santa Teresa había explorado el universo del alma y había llegado la conclusión de que el centro esencial alrededor del cual gira absolutamente todo, se encuentra en las profundidades del alma humana; ella descubrió la importancia de colocar los ojos y todas nuestras motivaciones en el centro del alma. No hay duda, con Teresa el interior del hombre es el escenario donde se realizan las relaciones con Dios. “En el centro y mitad” “es donde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma.”
El Papa Francisco nos dijo a su llegada al Ecuador que “el punto más cercano al espacio exterior es el Chimborazo, llamado por eso al lugar ‘más cercano al Sol’, a la Luna y las estrellas. Nosotros, los cristianos, identificamos a Jesucristo con el Sol, y a la Luna con la iglesia y la Luna no tiene luz propia y si la Luna se esconde del Sol se vuelve oscura. El Sol es Jesucristo y si la Iglesia se aparta y se esconde de Jesucristo se vuelve oscura y no da testimonio. Que estos días se nos haga más evidente a todos la cercanía del sol que nace de lo alto, y que seamos reflejo de su luz, de su amor”.
Qué bueno es nuestro Dios que me ha permitido vivir en el Ecuador, aquí en el centro donde podemos disfrutar del monumento de la mitad del mundo, y donde podemos decirle a toda la humanidad que sin Cristo como Centro nuestra vida está perdida, está hueca, está fría.
Soy Carmelita Descalzo y sé donde se encuentra el Paraíso, el Jardín de las delicias, no lo busquemos en los montes, ni en los valles fértiles, ni en la geografía de oriente, ni en la de América, ni sumergida en las aguas de algún golfo.
El Paraíso sigue estando en el mismo lugar que estuvo desde el principio y permanecerá para siempre en el sitio que Dios escogió: en medio del pecho del hombre, allí se encuentra el corazón donde se puede sembrar cualquier palabra buena o palabra mala y regarlas con las aguas benditas de Cristo. Por eso el Papa ha llegado al paraíso y su presencia es como la de un buen hortelano, que siembra bondad y ternura por su paso. Su presencia es como el sol de este país que cae directamente, con una intensidad que en ninguna parte del mundo se siente igual. El Papa nos invita a ser luz y no oscuridad, a ser sembradores de paz, en un mundo que se mueve en la palestra del odio y del rencor.
Padre Hevert Lizcano Quintero
Fraile Carmelita Descalzo
Cuenca-Ecuador.