Cuando vemos las viejas películas de Semana Santa o simplemente escuchamos hablar de la época del imperio romano; tendemos a pensar que fue una época espeluznante y aunque presumimos de modernismo, de ser una civilización con altos valores de democracia y nos horrorizamos hacia las barbaries cometidas por el pueblo romano durante el apogeo de ese imperio; hoy más que nunca somos subyugados por los principios del mismo; ya que con las mezquinas dádivas que los modernos “Demócratas”, los supuestos “Líderes contemporáneos” arroja a los enajenados mentales, hoy más que nunca es totalmente imputable aquel famoso principio oriundo de aquel linaje romano de “Al pueblo Pan y Circo”.
Y es que somos tan zoquetes que hasta nos jactamos por lo hábilmente maldadosos que somos ya que en las fechas de comicios electorales sacamos esas míseras dádivas que arrojan aquellos mal llamados “políticos” sin entender que aquellos que pensamos fueron estafados son los que van a gobernar tanto nuestros entes territoriales como la nación, y por ende a administrar los recursos económicos de todos.
Y es ahí entonces donde la espada de Damocles se orienta en nuestra contra; donde escuchamos el crujir y rechinar de dientes. Por las rendas inversiones que estos modernos “líderes políticos” hacen en salud, educación, seguridad, empleo y demás temas de primordial importancia en el cotidiano vivir de los ciudadanos de apie.
Y ni que decir de nuestros gladiadores futbolísticos, quienes pasan de villanos a héroes con gran inmediatez. Es asombroso ver como todos los alentamos cuando en un encuentro futbolístico sentimos que pueden llevar a nuestra nación a sobrepasar el marcador contrario. Hasta hacemos el ejercicio de los movimientos y los cambios que debe hacer el seleccionador nacional.
Pero en contraste nos importa muy poco una rendición de cuentas en cualquiera de nuestros entes territoriales y aún menos nos importa lo que pasa en el Congreso.; y es ahí donde encuentro una gran similitud de estos tiempos modernos con aquel del Imperio Romano. Y entonces fantaseo y me cuestiono si seríamos menos modernos si fuésemos una población políticamente activa, vigilante del erario público de la nación, de dónde y cómo se invierten los recursos, qué hacen las comisiones del congreso, cómo funciona eso, por qué el presidente negocia con terroristas y discrimina la población en ciudadanos de primera y segunda clase o por qué el presupuesto participativo no es una política de Estado de este mundo moderno tan diferente de la Roma antigua.
Y me cuestiono yo, será que en esta moderna nación de 44 millones de habitantes habrán otros ilusos como yo que piensan que si hacemos bien la tarea, elegimos los líderes que no ofrezcan dádivas para luego cobrárnoslas con altos intereses en el erario público y nos interesamos más por los temas políticos del país tratando de no dejarnos eclipsar por los espejos de humo y espectáculos de pan y circo en el que los corruptos quieren sumergirnos como lo hacían los emperadores romanos para que el pueblo no se interesara en la forma como estos manejaban Roma. ¿Será que si hay otros así tan anticuados como yo? o ¿todos serán parte del modernismo?.
No lo sé pero la verdad lo que imagino me aterra más que los relatos de barbarie de la Roma antigua.