Recientemente tuve la oportunidad de intercambiar ideas respecto del concepto de Paz y de los avances de los procesos de diálogo con la insurgencia de las FARC en la Habana, con una joven estudiante universitaria de nacionalidad Venezolana.
La manera como los jóvenes Colombianos perciben el proceso de Paz dista kilómetros de la percepción que sobre este tienen los jóvenes extranjeros residentes en Colombia. Mientras los primeros parecieran ser esquivos e impávidos, resignados a la suerte de los procesos, tengo la percepción que los segundos están un poco más involucrados en los asuntos políticos que les ha tocado vivir y particularmente si son Venezolanos.
«Ustedes nunca tendrán Paz», señaló la joven Venezolana. «Están tan preocupados por obtener seguridad a la medida de cada ciudadano, que han descuidado los temas fundamentales para alcanzar la verdadera Paz». «La Paz va más allá de la seguridad y del bienestar». Sentenció.
Desde entonces no he dejado de pensar en sus palabras, ni de confrontarlas con los elaborados discursos de los teóricos de La Paz.
He pasado de estudiar las disquisiciones de Galtung[1], en torno a «La Paz en sentido positivo», quien sostiene que no es suficiente con que un Estado no haga la guerra o que carezca totalmente de conflictos para encontrarse en Paz, si no que ella implica lograr la justicia social y el bienestar espiritual y material; a analizar los discursos de Muñoz[2] respecto de su postura sobre «la Paz imperfecta», teoría que al reconocer en la naturaleza humana a una fábrica incesante de conflictos, asevera que la Paz implica una construcción permanente de situaciones de entendimiento y de logros continuos hacia el afianzamiento del respeto por la dignidad humana.
No podría ser contundente al señalar cual postura doctrinal es la correcta. Quizás la joven Venezolana tenga razón y de pronto requerimos de tres siglos para que nuestra patria alcance el valor absoluto de Paz y bienestar. Sin embargo, apuesto a creer que en la medida en que por más de cinco décadas los Colombianos hemos pedido el milagro de La Paz; este pronto permitirá que abramos nuestros corazones al perdón y la reconciliación y a seguir construyendo en conjunto un nuevo País en la diversidad, en la equidad y en el Progreso social, político y económico.
Nadie ha dicho que sea fácil, pero el milagro de La Paz lo puede todo.
[1] J. Galtung. “Pax Pacifica: Terrorism, the Pacific Hemisphere, Globalization and Peace Studies (Constructive Peace Studies)”. Paradigm Publishers. U.S, 2005. Pág. 140-160.
[2] F. Muñoz y J. Bolaños. “Los Habitus de la Paz. Teorías y Prácticas de la Paz Imperfecta”. Eirene/Instituto de la Paz y los conflictos Universidad de Granada. España, 2011. Pág. 248-253.