La guerra que costó muchas vidas inocentes que al fin y al cabo las perdimos los colombianos por haber tenido gobiernos arrodillados al imperio.
Esta guerra se inició durante el gobierno de Julio César Turbay Ayala, cuando fueron fumigados los cultivos de marihuana de la Sierra Nevada de Santa Marta con diferentes herbicidas; no obstante el Consejo de Plaguicidas dio concepto contrario a la iniciativa gubernamental.
En el gobierno de Belisario Betancur, con Jaime Arias como Ministro de Salud, con estudios de expertos internacionales que no recomendaban su uso, ya que no era posible establecer las consecuencias, pues implementarlo equivalía a » experimentar con seres humanos»; se legalizó su uso por razones de seguridad nacional.
Ver para creer, gobiernos posteriores que en sus campañas politicas se beneficiaron de los dineros de la coca, con el cartel de Cali y respaldo de los paracos, conociendo estudios de expertos que decían que las fumigaciones con GLIFOSATO despertaban dudas sobre los efectos colaterales, con daños en las comunidades campesinas e indígenas, mantuvieron estas políticas criminales.
Tan solo después de conocer una alerta avalada por la Organización Mundial de Salud sobre los posibles riesgos cancerígenos, el Gobierno Nacional por intermedio del Ministerio de Salud elevó una solicitud ante el Consejo Nacional de Estuperfacientes para suspender las fumigaciones.
Hay enemigos por la toma de esta medida, como el Procurador que quiere ser el centro de todas las políticas; ojalá el gobierno de Santos, no de marcha atrás y mantenga la voluntad política de suspender estas fumigaciones que atenta contra la salud de nuestros campesinos e indígenas.
Voces de verdaderos estadistas, como la de ALVARO GÓMEZ HURTADO, sostenía que el tema del narcotrafico, se combatía legalizando su consumo y no con políticas de fumigaciones, donde se dejaría a los campesinos colombianos sin los productos del pan coger, como la yuca y el plátano etc. Con la carga de la prueba a favor de estas comunidades son muchas las demandas que se vienen por los daños y perjuicios. Ojalá se pueda perseguir los bienes de estos personajes por los daños causados.
Hector Emilio Pacheco