Solté las amarras que me atan al lugar que habito
y emprendíel viaje lontano
a la Ocaña que amo…
Y para lograrlo,
me valí del eficaz aeroplano
de la imaginación.
Llegué hasta la puerta de la casa de mis papás,
toqué y nadie contestó.
La araña que cansina tejía el refinado nido
me dijo: no insistas más, ellos se han ido,
al rosal lo arruinó la sequía,
las paredes perdieron la piel entera,
no hay alegría, todo acabó,
ya no aroma el jazmín en primavera,
el ciruelo se secó,
el abuelo dejó de contar cuentos,
los comejenes son cientos,
las sonrisas de los chiquillos
el eco no las regresó…
Ahora son cosa del pasado…
¡Vete antes que sea tarde
y te hagan trizas los recuerdos!
…de todo aquello
nada ha quedado.
Jorge Carrascal Pérez