Alguien me contó esta semana que iba a ver la película Terremoto o San Andreas, como se tituló originalmente en inglés, por tercera vez desde su estreno; mientras que yo que la vi una vez salí pensando que perdí la plata de la boleta. Entre gustos no hay disgustos.
Seguramente esta película estará nominada al Oscar de la Academia por sus efectos especiales, musicalización y fotografía, pues hay que reconocer que rebasa con méritos las técnicas y trucos cinematográficos hasta ahora conocidos y destacados en otras películas de tramas similares como La Tormenta Perfecta, Tornado, Terremoto (Earthquake), Volcano, Tsunami, etc. Pero no es suficiente para considerarla como un film que valga la pena ir a ver.
San Andreas, hace una combinación de todas las anteriores películas de desastres, incorpora un poderoso terremoto y un tsunami, que abre las fauces de la tierra, rompe represas, desbarata edificios como si fueran de papel, derriba aviones, arroja transatlánticos contra la ciudad y genera estruendosas explosiones con majestuosos incendios.
En el relato del fin del mundo se entrelaza además un sinnúmero de lugares comunes, con situaciones inverosímiles y escenas cliché, que transforman esta película de acción, aventura y suspenso, en un refrito al estilo de cualquier célebre culebrón mexicano. Por una parte narra la historia de la pareja divorciada que se reconcilia ante la adversidad y sale en búsqueda de su hija atrapada por las ruinas del terremoto; por la otra, delinea el drama de la pareja adolescente que se enamora en medio del desastre, para finalmente ser rescatados sanos y salvos y reafirmar el mensaje universal de que la potencia mundial sede del fenómeno natural es inquebrantable, aun frente a la mano de Dios.
Al cierre con broche de oro, en el cual una bandera de Estados Unidos se despliega desde el destruido puente de la ciudad de los Ángeles, solo le hizo falta que el protagonista “La Roca” (Dwayne Johnson), se irguiera firmes e hiciera con su mano en la sien el saludo militar frente a ella, al mejor estilo de Día de Independencia o Nacidos el 4 de julio, para completar el cuadro de cursilería y sensacionalismo.
Y eso que no quiero profundizar en el hecho de que éticamente dicho rescate de la esposa e hija del protagonista de la película es cuestionable, pues se produce en una ciudad claramente en caos mediante la utilización del único helicóptero estatal de bomberos disponible y en vuelo, piloteado por él mismo con fines personales y dejando morir o abandonados a los sobrevivientes a su paso.
Aunque la Falla de San Andrés existe y constituye un peligro latente, la sismóloga contratada para The Hollywood Reporter, Lucy Jones, ha señalado que de producirse un terremoto por esta causa, no sobrepasaría los 8,3 grados de la escala Richter y no los 9,5 de la historia, lo cual no es alentador, sin que se generen tsunamis ni el nivel de destrucción que muestra la película.
Por lo pronto no me preocuparía pues de ocurrir un terremoto como el que se muestra en la cinta no habría manera de sobrevivir. Mientras tanto, les recomiendo mejor ver Mad Max, y especialmente el Abrazo de la Serpiente dirigida por el cuasi-paisano de Rio de Oro, Ciro Guerra.
Por, Yebrail Haddad
Tiene razón en sus comentarios sobre la película. Con la única diferencia en que yo si la recomiendo ver, pues como lo menciona, sus efectos especiales, su fotografía y musicalizacion, son motivos para ir a verla; pero efectivamente no vale la pena repetir. Saludos!!